martes, 16 de noviembre de 2010

El amante imaginario




Olivia jugaba con un patito de hule en la piscina inflable en el patio trasero de su casa. El sol avivaba las gotas de agua que salpicaban sobre el césped y lo barnizaban, por pequeños instantes, antes de evaporarse en la calurosa mañana.
Una manguera soltaba un delgado hilo de agua sobre la piscina que empezaba a  rebosarse e hizo salir a Olivia al césped. En ese momento, mamá debería estar en la cocina,  dando vueltas por la casa, o cerrando la llave, pero estaba en un taxi, secando sus lágrimas, enjuagando un presente que ya era pasado.

Un día llegó Vilo a hacerle compañía en el columpio del parque. Se sentó y empezó con la más sencilla de las conversaciones, con el más infantil y leve de los temas. Vilo no se fue como mamá. Se quedó durante toda la niñez y adolescencia de Olivia, inclusive hasta cuando empezaron a frecuentarla otros chicos y ella empezó a cuestionar si podría encontrar el amor real, más allá de la fidelidad de Vilo. Una noche en que estaban mirando las estrellas en el patio trasero de la casa, cuando el padre de Olivia ya dormía, Vilo sacó un yo-yo y empezó a jugar con él, mientras Olivia desenfocaba su mirada y dejaba que divagase por el cielo.

-       ¿Y si nos damos una oportunidad?, dijo ella sin dirigir sus ojos hacia otro lado.

-       Oportunidad… ¿De?, preguntó Vilo sin dejar de jugar con el yo-yo.

-       De estar juntos.

De repente la conversación empezó a fluir como si fuese un monólogo, pero desarrollado a dos voces.

-       Si algún día nos casamos, yo pago los viajes y tú mantienes la casa. Sueño con viajar y conocer todos los acentos posibles… Viajar por Europa… ¡en tren! ¿Te imaginas? te acuestas es un país y te despiertas en otro… Bueno, voy a tener que trabajar un montón, pero vale la pena… aunque en realidad…

-       Sí, en realidad mantener la casa debe ser más costoso que viajar, yo sé. Pero claro Oli, si me vas a llevar a pasear por el mundo, no tendría problema en mantener la casa y tener todo para que estés cómoda. Pero… ¿Sí puedo escoger en algún momento el destino no? porque aunque tenemos más o menos los mismos gustos… de pronto yo voy a querer estar en algún otro lado, tú sabes, algo nuevo…

-       Tú sabes que igual siempre estamos juntos.

Olivia se levantó, besó a Vilo en la mejilla y subió a su cuarto a dormir. Esa noche, al igual que muchas otras madrugadas, se despertó a las 3am exactamente. Casi como si la hubiesen despertado, como si alguien estuviese llamándola. Vilo no se despertó, porque sintió que Olivia empezaba a dar vueltas, como siempre a esa hora.

-       Sabes que me dijeron hoy que cuando te despiertas así de pronto, es porque alguien te está pensando, te está llamando, que estamos todos conectados, que hay una inconsciente, o subconsciente… no sé. ¿será mi mamá?

-       Puede ser, pero ¿a las 3 am?

-       Otro país. Allá puede estar amaneciendo. Puede que me recuerde al levantarse.

-       Es verdad, no lo había pensado así. ¿Quieres ir a ver a internet qué hora es en otras partes del mundo cuando son las 3 en esta parte del mundo?

-       No sé si quiero ver todo eso, lo que trataste de decir... Pero vamos, debe haber una tabla de horarios o algo así.

Esa tarde mientras caminaban de regreso a la casa, a Olivia se le ocurrió una idea.

-       ¿Sabes qué? Nunca nos hemos besado.

-       Besado… Siempre nos damos besos al despedirnos, a veces cuando nos vemos temprano en la mañana, o en tus cumpleaños… siempre nos damos besos en los cumpleaños. No digas que no nos hemos besado…

-       No te hagas el tonto, que no eres. Me refiero a besos en la boca, como novios, como pareja… ¿No te molesta ni un poquito cuando me has visto besándome con algún novio? No me vengas a decir ahora que no quieres besarme… o que nunca has tenido ni un poquito de ganas…

-       No más que tú.

-       ¿Qué quieres decir con eso?

-       Si quieres besarme, bésame y ya. No te justifiques ni trates de sacarme celos con tus otros novios.

-       No, ya no quiero.

Hubo un silencio largo que no pareció incomodar a ninguno de los dos.

-       Yo decía Vilo, si hemos hablado de casarnos, de estar juntos, si no ha funcionado con nadie más… creo que lo primero es un beso, es empezar por un beso ¿no? Además, tampoco es que tú has tenido novias… Nunca te ví con nadie… estoy segura de eso.

-       ¿Estás siendo irónica? Tú sabes que yo…

-       ¿Tú qué? Gay no eres, he visto cómo me miras… ¿tú qué? Dime…

-       Ya llegamos a tu casa. Voy a estar en el patio. Nos vemos.

-       Ok. Yo voy a estar en mi cuarto.

Esa noche, nadie los despertó a las 3am. La casa estuvo en silencio y lo único que se escuchó fueron sus mitades de risas, tapadas por la mano de uno o de otro para que el padre de Olivia no escuchase lo que pasaba en el cuarto.

-       Es la primera vez que me ves desnuda.

-       Eso es lo que tú crees.

-       Me siento bien contigo, no quiero conocer a nadie más.

-       ¿En serio?

-       Sí. No te atrevas a estar con alguien más. Bueno, si quieres puedes estar un ratito, salir, conocer, pero ¿sabes qué? Si estás con alguien te desamarro y ya. Volvemos a estar juntos.

-       Eres un poco posesiva ¿sabías? ¿te has dado cuenta a lo largo de los años? Mira, tienes la marca del arito de la tanga ahí abajo, la marca del sol…

-       Yo lo sé muy bien. Pero a ti te gusta que sea así. No te quejes. ¿Dónde?

-       No me quejo, sólo establezco un punto. Ahí, no sé cómo se llama, entre la cadera y la pierna.

-       Ah ya. Oye Vilo…

-       Dime.

-       ¿Tú crees que haya otros como nosotros dos?

-       No creo. Usualmente desaparecemos de tu mente cuando entras a la escuela.

-       Nunca me gustó la escuela.

-       Con razón.





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